miércoles, 26 de diciembre de 2012

Vacíate de ese cielo.

Ella.

¿Recuerdas?
Su forma de besar,
que no era otra que entregarte sus labios.

¿Recuerdas?
¿O el dolor que sigue  emanando es excesivamente ácido?

¿Recuerdas?
Esa es tu penitencia,
por jugar a morderle el alma
en enero.
Por dividirla en miles de sustraendos
en abril

Demasiados recuerdos
recuerdas.
Demasiados rediles
de culpa, pena e indiferencia
te trae este diciembre.

Dime porqué no avanzas,
porqué piensas que la próxima primavera
será igual que sus ojos tristes.

Dime,
en qué momento quisiste segregar
el abismo de vuestro mundo
y te encontraste solo.

 
Cielo,
termina de supurar.
Recomponte en vida y letras.
Sangra y vacíate de ese cielo caduco
que diluvió mares.
 
Reconoce en ti la fuerza
de multiplicar sumandos y fragmentos de hielo.
Déjale, como ya lo hiciste.
Déjale, pero ahora, sin volver a tras.
Y amale.
Que tú y él solo sabéis de sentimientos insanos.



Dejar de ser uno y mitad,
convertiros en poco más
que un radicando de índice dos.
 
Y vuestras promesas serán
papel mojado de esos que te fumas.
 
Recoge, cielo,
tus tacones de muñeca deshilachada
y enhébrate de olvido.













sábado, 15 de diciembre de 2012

Ellas me hacen a ti.

Créeme cuando te digo que ya no es por mí, sino por ellas.
Se las ve enfermas, nadando en las arroyadas, arrastradas por corrientes superficiales cuando quisieran ser ancla.
Sus rojo intenso es ahora una mezcla de ocre y sangre que amanece sin ti. Como siempre.
Me han dicho que no te diga nada, porque aunque son tuyas no las reconoces.
Ellas emanan de ti, de tus poros y entonces son festivas, sensuales, luminosas.
Pero las escondes detrás de la cortina para no oír como te bailan el agua.

Dolidas en su orgullo vienen a mí y me hacen madre adoptiva.
A mí. A quien no sabe nada de ti.
Las hago mías o ellas me hacen a ti. Todavía no lo sé.
Empiezo a verte, a saber de tu sonrisa de medio lado, a imaginar como sería emanar yo también de tu saliva, de tus heridas y supurar contigo.

Y como yo ya deseo ser de ti ellas ya anidan en mi espalda.
Y me tatúan nuestras sílabas, futuras nostalgias.
Y se vuelven alas que  a cierta altura me degradan.
A mí y a mis letras. A ambas que nacimos de tus manos.

Se ríen de mí. Dicen que si ellas no son tu santuario me dolerán en el alma.
Que si tus pasiones no son ellas, serán alcohol en la herida para que tanto ellas como yo no olvidemos que por ti somos una sola que por ti no deja de escribir

sábado, 1 de diciembre de 2012

Antítesis

Es demasiado sencillo.
Aquí no hay un "Nosotros", solo un "tú y yo" egoísta, geocéntrico, ruin, tirano...... e insaciable.
Sabemos a que hemos venido, a hacernos daño, sin prosa ni métrica. Con rima cortante en versos pares.
No nos queremos, eso esta claro, solo nos matamos esperando que pase tu Invierno.
Has decidido suicidarte entre mis piernas y yo he preferido sacarme el corazón.
Aún así no me prometas nada, que el morbo y el juego estan ahí.
El primero en romperse nos pierde.
Me pregunto quién te estará dejando escapar y porqué te sigo reteniendo...
Si quieres, vete y cuando vuelvas a tus cavales, vienes.
Mientras tanto, descóseme de tu clávicula.
Desprendete de mi sangre.
Siempre hemos sido esa antítesis brutal, la incoherencia perfecta.
Un bucle de olvido,
   Y un redil de instinto.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Dime, o grítame o arañame

Digamos que solo te quiero a ti
Digamos que siento pánico, que te he encontrado y tú a mí no.
Digamos que todo mi sexo es tuyo, desde este índice que no tocas.
Digamos que yo ya supe de ti, de tu miedo a sentir.
Digamos y añado que no lo descubrirás.

Proclamo que desconozco tus incógnitas y tus deseos.
Que aunque descubrirlos quisiera te encierras tras mil cerrojos.
¿Quién te ha dicho que sea mala?,¿ o que no te adore? (que en esencia es lo mismo)
Quién, dime, dime ahora y le explico de tu vida y mi ligadura, de mi anhelo y tu inconsciencia que no es otra que mantenerme andando por este desfiladero.

Dime, o grítame, o aráñame con tus razones.
Dime, miénteme y bésame que te estoy esperando.

Odio las porciones de tus Inviernos desconocidos.
Tú, mi exponente "n", sonríeme de medio lado antes de que desaparezcas.
Porque te vas y  yo me quedo, porque avanzas y yo me ovillo en tus recuerdos.


Que el hipocentro de este temblor son tus veinte años desconocidos, que consumen mis días con quizás y otros adverbios.

Mírame, desde arriba, abajo, desde este costado, o desde tu eje de coordenadas, que no te miento. Que te quiero


miércoles, 21 de noviembre de 2012

A maldiciones, lágrimas y alegrías

No sé escribir más que de dolor.
Pero esta vez no quiero evocar palabras de tu ausencia.
No quiero.

Te tengo melancolía, ya sabes que jamás te tuve.
Siempre fuiste de ella, de tu otra vida. Venías a mí a intervalos intermitentes sin pagar los daños.

No te recrimino nada. Te he amado tanto como a tus vaivenes de idas y venidas.
Te he sentido tóxico, con la fecha de caducidad en el dorso. Te he estado esperando y todavía me tienes aquí, buscándote de otoño a primavera, perdiéndote en  cada estío.

Ya sabes quien soy, la fiel que venera tu sonrisa de medio lado, la que teme esos veinte años desconocidos de tus espaldas.
 Yo, la que se define por medio de tu piel de invierno y tú ,el que se enreda en otras soledad.

Yo soy la que te ama a gritos y a llantos, a maldiciones , lágrimas y alegrías.

Y la de las manos frías.

martes, 20 de noviembre de 2012

Inconsciencia

En mi inconsciencia paso los minutos, las horas, los días.
En mi inconsciencia la niebla de hoy es un tupido velo de plomo y la lluvia que amenaza con precipitarse es ácida.
En mi forma aislada del mundo no sonrío, no bailo, no pienso, no existo...
Es lo mismo recordar tu olor que me envolvía que ver a la orquídea de mi mesa deshojase.
Me da lo mismo coger el ascensor que bajar a este abismo por las escaleras.
En mi inconsciencia nadie es lo mismo que nada, y algo y alguien tienen cerrada la puerta.
En mi inconsciencia nadie me puede tocar, ni dañar, ni acariciar, ni sentir..

Pero, así sin más, todo se vuelve real, cercano, me obligan a abrir esta coraza y me inundo.
Ahora percibo cada sonido y tu fragancia. La lluvia, rumor de aguas es la ola que devasta.

Salgo de mi refugio, de ésta, mi burbuja hermética y me despojo de cualquier escudo. Se bañan mis pupilas y pierdo el poco calor corporal.

Este titán dolor que se escarba en mis huesos y estrangula mis venas. Ésta herida abierta que no ha terminado de supurar. Éste sufrimiento que me trae pensamientos suicidas.
Todos mis miedos y mis nervios a flor de piel, necesito de tus abrazos o una valeriana para calmarme.
Oigo tu voz en forma de sexo audible.
Pasas a mi lado, no notas mi latidos reprimidos inhumanamente.

Me miras con indiferencia, indulgencia en una intersección de la via pública.
Te paras y la tomas entre tus brazos que ya me aprisionaron.
Ella te sonríe, yo sangro, tú la besas.

De nuevo mi salvación, mi inconsciencia llega a mi de las misma forma implacable de siempre.
Ya no veo, ni siento, ni sangro nada.
Pero antes de volver a mi esfera impenetrable te bombardeo con esta pregunta inaudible:"¿Ya no me piensas?"
 Y solo el tiempo sabrá si me responderás.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Noviembre

Y encontrarte en medio de una cuidad en tinieblas.
Amarte con el calor de noviembre, con unos rayos que si no queman, abrasan.
Descubrirte a paso lento.
Descubrirte en este mes olvidado, para no dejar de recordarte.

Porque mi duelo ha llegado a  su fin y tú te encuentras en el principio de esto que no ha comenzado, preparado para ser descubierto (por mí)

viernes, 9 de noviembre de 2012

Tan frágil como tú

Y quisiste ser su musa.
Quisiste darle todo de ti, cuando tú estabas tan vacía.
Te volcaste en ese amor-jaula violento que evocaba desde el principio su fin.
Te llamo tanto las claridad de sus ojos. Eran tantas tus esperanzas en él, que viste luz en su abismo.
Quisiste quererlo, lo ansiabas tanto que entonces pudo ser.
Pero te olvidaste que estabas rota porque tu cara era nívea.
Él no era malo, tú lo sabías. Él no entendía tu complejidad.
No entendía esa lluvia en tus pestañas cuando te besaba el alma.
No alcanzó ha entender que esos labios gritaban con voz desgarradora por un "nosotros" juntos.
Quisiste sostenerte en sus fuertes brazos y tuviste miedo cuando descubriste que él era tan frágil como tú.

"No quiero dañarla" pensaba él. No quiero pero lo estoy haciendo.
No se como lamer esas heridas que la desangran.
No se detener sus manos frías cuando evocan al próximo Invierno.
Quiero salvarla de sí misma, de ese dolor que se escarba en sus huesos.
Pero tengo miedo de que nada sea suficiente. De perderla y perderme, de no ser capaz de cambiar esa lluvia ácida de sus ojos verdes, de no hacerla brillar con luz.
La amo desde el epicentro de este temblor.
La amo y ella no lo cree.
No entiende que la siento dentro aunque tengo que luchar en antiguos frentes.
No entiende que en la forma en la que debo amarla tengo que estar desnudo de viejos lastres.

Ella queriendo ser su musa y él su alfarero, no entendieron que poco a poco el amor se convertía insano y caduco.
Ella tan bella, frágil, dividida en miles de sustraendos y él tan sumamente incompleto que no pudieron ser más que jóvenes suicidas que amaban como jóvenes amantes

Tiene los ojos oscuros y el cabello claro


Tiene los ojos oscuros y el cabello claro.

Tiene una sonrisa de medio lado y las manos frías.

Tiene una cualidad insólita, un don, una aurora que te rodea, te alivia.

Me acerco a él y mi cuerpo ya se estremece.

Es mi analgésico para un mundo en el que tú todavía existes.

Es mi cura contra unos recuerdos que ya no quiero.

Él es mi deseo de la vida en las horas perdidas.

 

Por eso me odio cuando te sigo llamando con voz inaudible, ya no quiero seguir quemando noches pensándote.

Ya no quiero resquicios de este amor-jaula violento.

Ya no quiero nuestros recuerdos de una vida hecha trizas.

Ya no quiero quererte y ya no te quiero más.

 

Necesito alejar tus continuas mentiras, tus venenosos labios, tus aterciopeladas caricias, tus dulces traiciones.

Necesito olvidar para poder empezar. Olvidar tu olor, tu nombre, tu canción favorita.

Necesito no necesitarte para poder perdonarte.

Necesito recuperar la alegría, la seguridad que te llevaste.

Necesito creer, en mí, en él
Necesito un abrazo tuyo para seguir y para poder decirte adiós