Tiene los
ojos oscuros y el cabello claro.
Tiene una
sonrisa de medio lado y las manos frías.
Tiene una
cualidad insólita, un don, una aurora que te rodea, te alivia.
Me acerco a
él y mi cuerpo ya se estremece.
Es mi analgésico
para un mundo en el que tú todavía existes.
Es mi cura
contra unos recuerdos que ya no quiero.
Él es mi
deseo de la vida en las horas perdidas.
Por eso me
odio cuando te sigo llamando con voz inaudible, ya no quiero seguir quemando
noches pensándote.
Ya no quiero
resquicios de este amor-jaula violento.
Ya no quiero
nuestros recuerdos de una vida hecha trizas.
Ya no quiero
quererte y ya no te quiero más.
Necesito alejar
tus continuas mentiras, tus venenosos labios, tus aterciopeladas caricias, tus
dulces traiciones.
Necesito olvidar
para poder empezar. Olvidar tu olor, tu nombre, tu canción favorita.
Necesito no necesitarte
para poder perdonarte.
Necesito
recuperar la alegría, la seguridad que te llevaste.
Necesito creer,
en mí, en él
Necesito un
abrazo tuyo para seguir y para poder decirte adiós
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