domingo, 25 de noviembre de 2012

Dime, o grítame o arañame

Digamos que solo te quiero a ti
Digamos que siento pánico, que te he encontrado y tú a mí no.
Digamos que todo mi sexo es tuyo, desde este índice que no tocas.
Digamos que yo ya supe de ti, de tu miedo a sentir.
Digamos y añado que no lo descubrirás.

Proclamo que desconozco tus incógnitas y tus deseos.
Que aunque descubrirlos quisiera te encierras tras mil cerrojos.
¿Quién te ha dicho que sea mala?,¿ o que no te adore? (que en esencia es lo mismo)
Quién, dime, dime ahora y le explico de tu vida y mi ligadura, de mi anhelo y tu inconsciencia que no es otra que mantenerme andando por este desfiladero.

Dime, o grítame, o aráñame con tus razones.
Dime, miénteme y bésame que te estoy esperando.

Odio las porciones de tus Inviernos desconocidos.
Tú, mi exponente "n", sonríeme de medio lado antes de que desaparezcas.
Porque te vas y  yo me quedo, porque avanzas y yo me ovillo en tus recuerdos.


Que el hipocentro de este temblor son tus veinte años desconocidos, que consumen mis días con quizás y otros adverbios.

Mírame, desde arriba, abajo, desde este costado, o desde tu eje de coordenadas, que no te miento. Que te quiero


miércoles, 21 de noviembre de 2012

A maldiciones, lágrimas y alegrías

No sé escribir más que de dolor.
Pero esta vez no quiero evocar palabras de tu ausencia.
No quiero.

Te tengo melancolía, ya sabes que jamás te tuve.
Siempre fuiste de ella, de tu otra vida. Venías a mí a intervalos intermitentes sin pagar los daños.

No te recrimino nada. Te he amado tanto como a tus vaivenes de idas y venidas.
Te he sentido tóxico, con la fecha de caducidad en el dorso. Te he estado esperando y todavía me tienes aquí, buscándote de otoño a primavera, perdiéndote en  cada estío.

Ya sabes quien soy, la fiel que venera tu sonrisa de medio lado, la que teme esos veinte años desconocidos de tus espaldas.
 Yo, la que se define por medio de tu piel de invierno y tú ,el que se enreda en otras soledad.

Yo soy la que te ama a gritos y a llantos, a maldiciones , lágrimas y alegrías.

Y la de las manos frías.

martes, 20 de noviembre de 2012

Inconsciencia

En mi inconsciencia paso los minutos, las horas, los días.
En mi inconsciencia la niebla de hoy es un tupido velo de plomo y la lluvia que amenaza con precipitarse es ácida.
En mi forma aislada del mundo no sonrío, no bailo, no pienso, no existo...
Es lo mismo recordar tu olor que me envolvía que ver a la orquídea de mi mesa deshojase.
Me da lo mismo coger el ascensor que bajar a este abismo por las escaleras.
En mi inconsciencia nadie es lo mismo que nada, y algo y alguien tienen cerrada la puerta.
En mi inconsciencia nadie me puede tocar, ni dañar, ni acariciar, ni sentir..

Pero, así sin más, todo se vuelve real, cercano, me obligan a abrir esta coraza y me inundo.
Ahora percibo cada sonido y tu fragancia. La lluvia, rumor de aguas es la ola que devasta.

Salgo de mi refugio, de ésta, mi burbuja hermética y me despojo de cualquier escudo. Se bañan mis pupilas y pierdo el poco calor corporal.

Este titán dolor que se escarba en mis huesos y estrangula mis venas. Ésta herida abierta que no ha terminado de supurar. Éste sufrimiento que me trae pensamientos suicidas.
Todos mis miedos y mis nervios a flor de piel, necesito de tus abrazos o una valeriana para calmarme.
Oigo tu voz en forma de sexo audible.
Pasas a mi lado, no notas mi latidos reprimidos inhumanamente.

Me miras con indiferencia, indulgencia en una intersección de la via pública.
Te paras y la tomas entre tus brazos que ya me aprisionaron.
Ella te sonríe, yo sangro, tú la besas.

De nuevo mi salvación, mi inconsciencia llega a mi de las misma forma implacable de siempre.
Ya no veo, ni siento, ni sangro nada.
Pero antes de volver a mi esfera impenetrable te bombardeo con esta pregunta inaudible:"¿Ya no me piensas?"
 Y solo el tiempo sabrá si me responderás.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Noviembre

Y encontrarte en medio de una cuidad en tinieblas.
Amarte con el calor de noviembre, con unos rayos que si no queman, abrasan.
Descubrirte a paso lento.
Descubrirte en este mes olvidado, para no dejar de recordarte.

Porque mi duelo ha llegado a  su fin y tú te encuentras en el principio de esto que no ha comenzado, preparado para ser descubierto (por mí)

viernes, 9 de noviembre de 2012

Tan frágil como tú

Y quisiste ser su musa.
Quisiste darle todo de ti, cuando tú estabas tan vacía.
Te volcaste en ese amor-jaula violento que evocaba desde el principio su fin.
Te llamo tanto las claridad de sus ojos. Eran tantas tus esperanzas en él, que viste luz en su abismo.
Quisiste quererlo, lo ansiabas tanto que entonces pudo ser.
Pero te olvidaste que estabas rota porque tu cara era nívea.
Él no era malo, tú lo sabías. Él no entendía tu complejidad.
No entendía esa lluvia en tus pestañas cuando te besaba el alma.
No alcanzó ha entender que esos labios gritaban con voz desgarradora por un "nosotros" juntos.
Quisiste sostenerte en sus fuertes brazos y tuviste miedo cuando descubriste que él era tan frágil como tú.

"No quiero dañarla" pensaba él. No quiero pero lo estoy haciendo.
No se como lamer esas heridas que la desangran.
No se detener sus manos frías cuando evocan al próximo Invierno.
Quiero salvarla de sí misma, de ese dolor que se escarba en sus huesos.
Pero tengo miedo de que nada sea suficiente. De perderla y perderme, de no ser capaz de cambiar esa lluvia ácida de sus ojos verdes, de no hacerla brillar con luz.
La amo desde el epicentro de este temblor.
La amo y ella no lo cree.
No entiende que la siento dentro aunque tengo que luchar en antiguos frentes.
No entiende que en la forma en la que debo amarla tengo que estar desnudo de viejos lastres.

Ella queriendo ser su musa y él su alfarero, no entendieron que poco a poco el amor se convertía insano y caduco.
Ella tan bella, frágil, dividida en miles de sustraendos y él tan sumamente incompleto que no pudieron ser más que jóvenes suicidas que amaban como jóvenes amantes

Tiene los ojos oscuros y el cabello claro


Tiene los ojos oscuros y el cabello claro.

Tiene una sonrisa de medio lado y las manos frías.

Tiene una cualidad insólita, un don, una aurora que te rodea, te alivia.

Me acerco a él y mi cuerpo ya se estremece.

Es mi analgésico para un mundo en el que tú todavía existes.

Es mi cura contra unos recuerdos que ya no quiero.

Él es mi deseo de la vida en las horas perdidas.

 

Por eso me odio cuando te sigo llamando con voz inaudible, ya no quiero seguir quemando noches pensándote.

Ya no quiero resquicios de este amor-jaula violento.

Ya no quiero nuestros recuerdos de una vida hecha trizas.

Ya no quiero quererte y ya no te quiero más.

 

Necesito alejar tus continuas mentiras, tus venenosos labios, tus aterciopeladas caricias, tus dulces traiciones.

Necesito olvidar para poder empezar. Olvidar tu olor, tu nombre, tu canción favorita.

Necesito no necesitarte para poder perdonarte.

Necesito recuperar la alegría, la seguridad que te llevaste.

Necesito creer, en mí, en él
Necesito un abrazo tuyo para seguir y para poder decirte adiós