miércoles, 15 de mayo de 2013

Elegía a ella.


La encontré llorando,

a ella,

al cielo que amanecía

diluido en sus propias lágrimas.

Al enlace que ensambla

el día y la noche

y consigue hacer aurora el sueño.

 

A ella, llorando y respirando.

 

Ya no entiendo porqué

si nunca creíste

el extracto de la mentira

ahora vives en ella.

 

Dime en qué momento,

en qué maldito momento que nunca debió existir

olvidaste que es tu nombre

el que aboga a la insurrección.

 

Dime y ya no llores más

o cubrirás de sal todo nuestro sembrado.

Y la primavera, que no es más que él cúmulo

de tú y ellas

nos dejará sin estío,

 sin el verano que llega.

 

Por favor,

tú que eres germen

del futuro cercano

reconoce en ti lo que siempre supiste,

lo que, por muchas vendas que cubran ojos,

siempre se supo.

Que no había mundo más allá de tus manos

que la vida sólo fue cántico

cuando fue contigo.

 

Que el miedo nunca fue en tus lares.

 

Dime mujer, qué miras

que quisiera mirar yo, con tus ojos

la esperanza de la vida.

martes, 12 de marzo de 2013

No deberías, no.

No deberías, no deberías
y lo sabes y lo haces.
    (Contén el aliento,
     y abrázate, como yo,
     las rodillas)
Eres ese minotauro enjaulado
que cansado de no encontrar salida
ha hecho del laberinto
su propia morada.
Juegas con la doble moral
del silencio,
fingiendo,
tal y como lo hago yo,
que muerto el perro
acabada la rabia.

No deberías, no deberías
y lo sabes y lo haces.

Dueles
pero con la misma melancolía
de un domingo con una carta entre las manos,
y una sonrisa de contraportada
Eres, cielo de otra tormenta,
la mayor ironía de la vida:
esa lluvia que,
cansada de todo este aire
enrarecido y húmedo,
a decidido ser sólido
  (Nunca fuimos racionales,
    a veces dudo si por lo menos
    fuimos, pero eso,
    amor sin utilizar esa palabra,
    es otra historia)

Y ahora todo el recuerdo
del juego de dos completos idiotas cómplices
es pesado
y triste,
muy triste.

No deberías, no deberías
y lo sabes y lo haces.

¿Y  ahora quién soy yo
más allá de nuestros estúpidos planes?
Soy yo, yo con treinta monedas de plata
y con absurdo monólogo interior.
¿Quién eres tú? Ni aun entonces lo supe.

¿Qué quieres que diga,
si te quise o te quería?
¿ O algo como que enero y abril nunca sangraron?

No deberías, no deberías
esperar una torpe palabra
que no llegará entre éstas letras
aunque fuese cierto, que a ratos de más
de un suspiro te echo de menos.


No, no deberías leerme,
al igual que yo
no, no debería escribirte.






sábado, 9 de marzo de 2013

Sedientos de la propia saliva

Ella dijo: "baja la velocidad"
"Estamos quietos" dijo él.
Y surgieron las hambrunas,
la impaciencia, las ganas de saberse con las manos,
de morir o morder.
Aun sigue la duda.

Dijo él: "ya hemos llegado"
Y a penas se movieron de la habitación.
Nació el  mismo silencio de siempre, la misma indiferencia....
el mismo temor al miedo y esa valentía absurda.
Y se volvieron a besar, olvidando los versos.
Los putos versos transcritos de promesas.
Sedientos de la propia saliva

"Gracias por llevarme" dijo ella.
"Y por aniquilar todas las dudas"
 Gracias, en serio, por todo.
Por aquel `no vale la pena quererme´
Por dejar los sentimientos sobre la mesa,
en una urna de cristal rayada.
Con el anzuelo para el pez.

Dijo él: "Hasta la vista"
Y desistió de su propia felicidad,
de esa rutina diaria
de esos labios sin rosas ni lágrimas ni historias.
Dijo "Hasta la vista",
se vistió,
la abrazó como a las cosas que no duelen perder,
y se marchó.

Ella brindró
como quién ha conseguido un triunfo
Como quién sabe que eso es lo mejor.
 
La doble moral del silencio.



lunes, 25 de febrero de 2013

Quizás

Quizás el tiempo nos conceda
ese último vals que nos negó la noche.
Quizás este mar de distancia
se evapore
y  nosotros, dos continentes
sin más deriba que una esperanza
colisionemos
limandonos las costas y las costras,
uniéndonos los acantilados y los miedos.
Quizás salvemos
con las manos tejiendo redes
esa idea romántica
que fue concebido para ellos.
Quizás construiremos,
con las mismas cadenas de hiero
que nos atan
a lo que no sabemos si queremos,
un palacio de hielo
para ser nosotros al fin al cabo.
Quizás consigamos arrancarnos
este antifaz del
macabro carnaval
para que el pasado
ya no avance,
y tal vez,
el perro de nuestra memoria
no desentierre
viejos lastres que por desfortuna
siguen sangrándonos en las encías.
Quizás
aun estes a tiempo
de enamorarte de mí sin saberlo
sabiendo que yo soy tú
y tú eres yo
y que esto es más que
 un juego de sinestesia.
Es amor,
sin utilizar esa palabra
porque siempre nos asustaron
los falsos profetas
que por despecho van rasgando
la poca vida que nos queda  ,
y  tú y yo, incendio de nieve,
siempre hemos estado
en la parte de los incrédulos
a medias.
Quizás el camino
del desencanto,
esta soledad que te
abraza
esta rueda de inercia
de cambios que no experimentas
 esa angustia de querer y no poder
de llorar y reír en lágrimas
haya terminado,
y tú y yo
como dos locos en sus cabales
nunca hemos coincido
más allá de dos pabras y media
de miedo a que no sea verdad
que la bruma que nos asfixia es espesa.
Quizás este sea
un delirio de mi sueño,
pero aun habiendo sufrido
las certezas
de que la verdad,
la realidad y lo evidente
no es sinónimo
de nuestros sentimientos,
sé que sin apenas conocernos
nos conocemos demasiado.
Y eso, vida que eres,
es, sinceramente,
la ilusión de quererte.