miércoles, 15 de mayo de 2013

Elegía a ella.


La encontré llorando,

a ella,

al cielo que amanecía

diluido en sus propias lágrimas.

Al enlace que ensambla

el día y la noche

y consigue hacer aurora el sueño.

 

A ella, llorando y respirando.

 

Ya no entiendo porqué

si nunca creíste

el extracto de la mentira

ahora vives en ella.

 

Dime en qué momento,

en qué maldito momento que nunca debió existir

olvidaste que es tu nombre

el que aboga a la insurrección.

 

Dime y ya no llores más

o cubrirás de sal todo nuestro sembrado.

Y la primavera, que no es más que él cúmulo

de tú y ellas

nos dejará sin estío,

 sin el verano que llega.

 

Por favor,

tú que eres germen

del futuro cercano

reconoce en ti lo que siempre supiste,

lo que, por muchas vendas que cubran ojos,

siempre se supo.

Que no había mundo más allá de tus manos

que la vida sólo fue cántico

cuando fue contigo.

 

Que el miedo nunca fue en tus lares.

 

Dime mujer, qué miras

que quisiera mirar yo, con tus ojos

la esperanza de la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario